El culebrón de Allen Iverson
Robbin Barberan - 09/11/2009 21:59
Tras la noticia de que Allen Iverson había abandonado los Memphis Grizzlies, se han sucedido las opiniones de todo tipo, mas con una clara predominancia de quienes critican cómo se ha llegado a este entuerto, dentro de una situación que ha dado numerosos giros. ¿Hay posibilidad de que todo vuelva a la normalidad? Es pronto para saberlo, aunque los indicios están lejos de apuntar a un final feliz. Repasemos un poco todo lo sucedido en estos días y meses de vértigo.
Hace una semana debutaba Iverson con los Grizzlies. Lo hacía en Sacramento, el cuarto partido de la temporada, ausente tanto en la preseason como en los primeros encuentros por diversos problemas físicos. Eran sus primeros minutos en cancha desde abril, tras su tumultuosa salida de unos Pistons en plena descomposición y en los que no había dado buen resultado. Bueno, eso siendo generosos. Porque realmente había sido un desastre.
La jugada realizada por Joe Dumars de hacerse con sus servicios tenía 2 vertientes: intentar dar un salto de calidad a un grupo en decadencia, que ya no era aspirante a las más altas posiciones tras unos años extraordinarios, y disponer de flexibilidad durante el verano del 2009 para pujar en el mercado. La primera opción no funcionó, con numerosos problemas de vestuario en los Pistons, no sólo entre Iverson y el entrenador Curry, sino también entre Curry y Hamilton,…, un desastre, vamos. Al menos consiguieron meterse en Playoffs, pese a ser totalmente barridos de la cancha por los Cavs de James, con una enorme superioridad y poniendo fin a una etapa. El segundo punto en el libro de ruta de Dumars se encontraba con varias piedras en el camino: la reducción del tope salarial -lo que limitaba el dinero que podía destinar a nuevas incorporaciones- y un mercado limitado, sin grandes estrellas a las que intentar echar el lazo. Finalmente, Ben Gordon y Charlie Villanueva eran los refuerzos de los Pistons, interesantes incorporaciones pero quizás lejos de las expectativas creadas. Pero nos estamos yendo bastante por las ramas.
Volvamos a Iverson.
Tras malas actuaciones y quejas sobre su rol desde el banquillo, lo que oficialmente era una lesión ponía punto y final a la temporada. Las malas lenguas declaraban que el interés de Curry en tenerlo dentro de su vestuario era más nulo que escaso, y que la lesión había sido una excusa maravillosa para alejarlo del resto del equipo de forma definitiva.
Con todo esto, llegó el verano, y el interés de hacerse con los servicios de Allen era escaso. O casi nulo, puesto que sólo Clippers y Grizzlies declararon abiertamente la intención de hacerse con su fichaje. En ambos casos, se trataría de una incorporación que complementaría a las estrellas o jóvenes jugadores que ambas franquicias tenían ya en el exterior, así que las cábalas sobre lo acertado de añadir a Iverson eran continuas.
Finalmente, saltó la noticia: Iverson fichaba con los Grizzlies en un modesto contrato, unos 3 millones de dólares por una temporada y con incentivos que podían incrementar esa cantidad. Para poder realizar esa oferta, los Grizzlies renunciaron a los derechos sobre Hakim Warrick -quien finalmente marchaba a Milwaukee- y Juan Carlos Navarro -claramente asentado en Barcelona y cuyo retorno a la NBA se antoja más que improbable-. Por un lado, parecía una decisión de riesgo dados los recientes antecedentes de Allen, por otro, tampoco había mucho que perder, puesto que los Grizzlies tampoco es que tuviesen grandes esperanzas en los resultados de esta temporada y Iverson era un excelente reclamo para generar atención y lograr mayor atención del público local, a un precio más que razonable.
Mas, como decíamos, llegó el inicio de la temporada y su debut: 11 puntos en 18 minutos saliendo desde el banquillo dentro de la derrota sufrida en Sacramento tras una prórroga forzada por Udrih. ¿Sensaciones? Ejem…
¿Mi estado físico? Mi único problema es lo que me duele el culo de estar sentado en el banquillo. Basta ver mi historial para darse cuenta de que no soy un jugador al que sacar como sexto hombre.
Hollins pedía paciencia en los medios, insistiendo en que era su primer partido y necesitaba tiempo de adaptación, mas la herida estaba abierta y no estaba claro cuándo ni cómo podía cicatrizar. Dos partidos después, todo estalló.
Tras la derrota ante los Lakers, las pullas a través de los medios continuaban:
Quizás sea lo peor hasta el momento. El entrenador y yo no hemos hablado en ningún momento de la situación: Ni siquiera hemos tenido una simple convesación. ¿Mi suplencia? No es algo que me apetezca discutir, deberíais preguntarle al entrenador, que es quien toma las decisiones. A mí me han fichado tras verme jugar 13 años, y saben lo que puedo hacer.
Antes del partido que jugaban ante los Clippers en la noche del sábado al domingo, de nuevo en Los Angeles, Michael Heisley intentaba limar asperezas. Se reunía tanto con Iverson como con su agente, e incluso Hollins tenía unas palabras con Allen que no han llegado a trascender. Heisley dejaba constancia de que Hollins era quien debía tomar las decisiones, y mostraba su respaldo.
Iverson ha mostrado su frustración por no jugar, y la entiendo, pero Allen no debía haber realizado esas declaraciones.
Sí se sabe lo sucedido después: Iverson abandonaba la concentración del equipo rumbo a Atlanta, para solucionar unos problemas personales que desde la franquicia han inistido en numerosas ocasiones que no están relacionados con el notable disgusto del jugador por su rol en el equipo.
En lo que se declaraba como una ausencia por tiempo indefinido, Marcus Williams tomaría su rol de suplente exterior, mientras se escuchaban voces de descontento en el público del Staples que llegaban a emitirse:
Hey, Lionel, nosotros hemos pagado la entrada para ver jugar a A.I.
¿Y ahora qué pasará?
Resulta difícil encontrar un momento de pausa para analizar lo sucedido, y la tentación de considerar el tiempo de Iverson en la liga como acabado es grande. Su excepcional rendimiento durante muchos años en la liga, llevando a los Sixers hasta las finales de la liga en un equipo de marcado carácter defensivo y que dejaba en manos de Allen la aportación en ataque, no sirve más que como recuerdo. Su velocidad y capacidad de desborde no son las de juventud, y cada vez es más evidente que su aportación ofensiva se ha reducido de forma notable, con mayores problemas a la hora de crearse buenos lanzamientos o tiros que pueda convertir con facilidad.
Su obcecación en seguir tirando del carro como si los años no pasasen por él perjudica tanto a su equipo como al propio Iverson.
Tampoco aporta en defensa como antes, uno de los mejores defensores en anticipación en su plenitud, capaz de condicionar el estático del contrario por su rapidez de manos y saber adelantarse a la jugada del rival. En ocasiones, termina por ser un lastre para su equipo en lugar de un refuerzo, y sus salidas de tono fuera de la cancha o su interés de protagonismo en nada ayudan a la franquicia.
Es complicado imaginar una solución satisfactoria para todas las partes, por lo que los rumores de las últimas horas apuntando a la posibilidad de una retirada definitiva cobran fuerza, insistiendo en recordar que ya amenazó con esa alternativa en su época como suplente en Detroit.
Pese a todo, Heisley ha insistido en no tener constancia de que pudiese suceder.
La prensa de New York no ha dejado escapar la oportunidad y ya ha apuntado como posibilidad el que Iverson pudiese estar apartado del equipo hasta el día 15 de diciembre, cuando podría ya ser traspasado a otro equipo, con los Knicks como destino, al tener un contrato asumible por finalizar al acabar este curso, ser la plantilla de los de D’Antoni una de las menor talento, son pocas piezas en el juego exterior, y tener un juego volcado hacia el apartado ofensivo.
Quizás, la última piedra en el camino que faltaba para terminar de redondear el culebrón.
Etiquetas: Allen Iverson, Detroit Pistons, Joe Dumars, Lionel Hollins, Memphis Grizzlies, Michael Heisley