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De Iverson a Lou, pasando por Brand o Speights: El extraño curso de los Sixers

Robbin Barberan - 21/12/2009 20:19

Se suceden en los últimos días multitud de noticias relacionadas con uno de los peores equipos hasta el momento en la temporada NBA, Philadelphia 76ers, nuevas que nos llevan desde el más absoluto pesimismo a centrar la atención hacia una de las principales franquicias en la historia de la liga.

Tras el cese de ‘Mo’ Cheeks las primeras semanas del campeonato anterior, Tony DiLeo consiguió enderezar el rumbo del equipo y clasificarlo para los Playoffs, llegando a tener momentos de mucho brillo en su eliminatoria ante los después finalistas Magic. De hecho, aquella suspensión de Iguodala quedó como uno de los más memorables momentos de la pasada postemporada. Acabado el curso, DiLeo decidía volver a los despachos y Eddie Jordan tomaba el mando del equipo en el banquillo.

En primer lugar, se tenía la buena noticia del retorno de Elton Brand, el fichaje estrella del año anterior que apenas pudo jugar por las lesiones. Sin embargo, su incorporación ha resultado en ocasiones más un problema que una solución, con malas decisiones a la hora de seleccionar lanzamientos y pobres porcentajes. Unido al muy bajo rendimiento de Samuel Dalambert, los problemas de ese juego interior en Philadelphia tienen dos vertientes: los jugadores titulares no rinden y tienen amplios contratos que llevan a que la solución en forma de traspaso esté prácticamente descartada. El buen rendimiento de Marreese Speights no era suficiente consuelo, y menos cuando tuvo que estar de baja. La ayuda de Thaddeus Young, alternando ambas posiciones de forward, valía para menguar las carencias en el inicio del campeonato, pero las alegrías llegaban a su fin con las primeras lesiones.

Tanto Speights como Lou Williams estaban siendo dos de los jugadores más destacados del equipo, y su ausencia supuso un serio varapalo. El base, llamado a sustituir a Andre Miller, sufría una fractura de mandíbula que desencadenaba una serie de cambios en el equipo, intentando calmar la tremenda racha de derrotas. El joven Jrue Holiday no conseguía suplir la falta de Williams, y había que tomar decisiones.

Hay que tener en cuenta que Andre Iguodala tampoco había logrado realizar un gran inicio de temporada, o que Kapono estaba lejos de resolver las carencias del equipo en el lanzamiento exterior, mientras los Willie Green, Jason Smith, Robert Carney, Royal Ivey o Primor Brezec no dejan de ser piezas del fondo de rotación, cuya presencia en el equipo depende más de las carencias de la plantilla que de algún otro aspecto.

Con una marca de derrotas que hace difícil pensar en optar a la postemporada, todo parecía tener un desenlace lógico: el retorno de Allen Iverson.

Sí, es probable que muchos de vosotros hayáis acabado cansados de tanta noticia sobre Iverson desde hace unos meses: que si le traspasan a Detroit, que si dice adiós al curso antes de acabar y después de irse pone fino al entrenador cesado, que si su fichaje por los Grizzlies fue una de las sorpresas del verano tras no encontrar otro destino, que si protesto porque no me dan lo minutos que yo quiero y me voy, que si anuncio mi retirada…., para decir una semana después que me incorporo a los Sixers, en uno de los retornos más lógicos de los últimos tiempos.

El pabellón de los Sixers se encontraba en los últimos lugares del ranking de asistencia del público, el peor en porcentaje de ocupación y sólo “superado” por los Grizzlies en número medio de espectadores. La vuelta del antiguo ídolo representaba un guiño a la afición. Las condiciones de su contrato hacían que el riesgo fuese mínimo, así que la fiesta fue total:

El propio Iverson reconocía tras su debut que estaba lejos de su mejor forma pero las cosas no han ido a mejor, puesto que han sido varios los días en los que se le ha extraído líquido de la rodilla antes de decidir su baja por unos partidos, ¿cuántos? Es difícil saberlo, la inicial baja de una semana quizás fuese demasiado optimista, y ya se habla del encuentro del día 28 ante los Blazers como su más temprana fecha de reaparición. En los 5 encuentros que disputó tuvo el protagonismo que deseaba en Memphis, saliendo de titular y disputando más de 34 minutos de promedio, con 15’6 puntos, 4’2 asistencias y 3’6 rebotes, 41% en tiros de campo, 80% en libres y 2’2 pérdidas por choque.

Lejos de conseguir dar la vuelta a la crisis de resultados de los Sixers, sí ha mostrado ser un jugador capaz de aportar al equipo, aunque su impacto ente los aficionados disminuyó rápidamente, puesto que del “no hay billetes” del primer partido se ha pasado a las discretas cifras de asistencia previas a su llegada, con los anecdóticos poco más de 2.000 espectadores del último encuentro disputado en Philadelphia, en esta ocasión justificado por el temporal de frío y nieve que azota la costa este estadounidense. De hecho, Jrue Holiday llegó incluso a agradecer -micro en mano- su asistencia a los aficionados que se acercaron a ver la derrota ante los Clippers antes del choque.

Quizás lo más agradable que ha rodeado a los Sixers en las últimas semanas ha sido la sorprendente reaparición de Williams mucho antes de lo esperado. La inicial estimación de 8 semanas se ha quedado en menos de la mitad, muestra de las ganas de rendir y aportar que tiene el base.

Aunque probablemente sea demasiado poco consuelo para todo lo que queda por sufrir esta temporada.

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