La reputación de Pau Gasol
Robbin Barberan - 09/05/2011 23:18
Sigo atónito, como muchos, con la forma que han tenido los Lakers de caer eliminados. Directamente, se han inmolado. Una mezcla de cansancio físico unida a grados muy elevados de desquicio mental han provocado el auto-KO de los actuales campeones. Sin querer restar un ápice al mérito que han tenido los Mavericks en el 4-0, los de Phil Jackson han tenido mucho que ver en esta hecatombe de proporciones descomunales.
Un (casi seguro) final muy triste para la carrera de un entrenador ya de leyenda, quien, tras ganar once anillos, deja los banquillos, barrido por primera vez en la historia y con una soberana paliza encajada en su partido final.
Pero, ¿qué le ha pasado a estos Lakers? Ha fallado Pau Gasol. Sí, también han fallado más jugadores, el banquillo no ha rendido apenas -se veía en Barnes y Blake incorporaciones que daban un salto cualitativo al mismo- y Kobe no ha sido el mismo Kobe de siempre. Ni tampoco Odom, Bynum o Fisher. Pero la diferencia es Gasol.
En diez partidos de post-temporada ha promediado unos guarismo muy pobres para lo que nos tiene acostumbrados: 13.1 puntos y 7.8 rebotes por partido. Nada que ver con el Pau Gasol que llegó a Los Angeles allá por febrero de 2008 y que cambió la historia reciente de la NBA.
Los medios de comunicación americanos han centrado en el de Sant Boi, no sin motivo, la caída del campeón. Aunque de forma, quizás, algo exagerada, extrapolando su mal momento actual y convirtiéndolo en un punto de inflexión en la historia de su carrera y en la de la franquicia angelina. Es cierto que ha sido el miembro de la plantilla en cuyo juego más ha influido el mal momento físico que ha atravesado toda la plantilla y su poca aportación ha supuesto un hándicap muy importante e insalvable para los Lakers. Pero no es menos cierto que su llegada al equipo de Phil Jackson también marcó las diferencias: para bien. Es un dato que hay que tener en cuenta, porque es posible que ese jugador cuya llegada supuso la gloria amarilla no haya desparecido para siempre.
Bill Plaschke titulaba en Los Angeles Times, tras el segundo partido: “Pau Gasol and Lakers look finished” (Pau Gasol y los Lakers parecen acabados). Se trataba de un artículo que reflejaba a la perfección las sensaciones transmitidas por el pívot y su equipo, pero que iba aún más allá, comparando lo que había sido Gasol para el equipo, como había superado durante tres años la etiqueta de blando y como, de repente, todo se había venido abajo y todo eso no fuese a volver jamás: “parece haber envejecido seis años en seis meses”, sentenciaba.
Los abucheos del público y posteriores publicaciones tras la eliminación no dudan en tildar el fracaso de los Lakers como el fin de una era, tiempo de cambios y reconstrucción y futuro incierto. Podría ser verdad, pero quizás una reflexión más moderada también tenga cabida.
¿Y si, simplemente, estaban cansados? En los análisis acerca del mal juego de Pau en Playoffs y la fatiga causante del mismo, se aduce al duro comienzo de temporada que tuvo que afrontar con la baja -una más- de Andrew Bynum. La lesión de éste obligo al catalán a jugar casi cuarenta minutos por partido, promediando números que lo situaban en la carrera por el MVP. Números de auténtica estrella. Phil Jackson abusó entonces de él, dándole una excesiva cantidad de minutos que le obligaba a estar en pista incluso en partidos resueltos.
Gasol se cansó, se vino abajo. En el peor momento. Cierto es que Theo Ratliff también se lesionó, que Joe Smith llegó avanzada la temporada, que Derrick Caracter apenas ha tenido oportunidades pero… ¿por qué esa obstinación en hacer jugar tantos minutos a Pau? No se entendía entonces, y no se entiende ahora. Prácticamente la misma cuestión se puede aplicar a casos como el de Fisher o Artest y sus teóricos recambios Blake y Barnes.
Ahora esto ya no tiene solución. Los Lakers han sido eliminados y no habrá three-peat. Sin embargo, ¿es necesario reconstruir? Yo creo que no. Este equipo, en forma, con una gestión óptima de los minutos de sus jugadores y quizás uno o dos simples movimientos en su plantilla puedan volver a competir por el anillo.
No creemos que sea el final de Pau Gasol. Simplemente, no está en forma. No hay indicios de que con una plena recuperación no pueda volver a ser el mismo de hace tan solo unos cinco meses, cuando los mismos analistas que ahora lo están incluyendo en codiciosos traspasos para obtener a Dwight Howard o Chris Paul bajo el título de una nueva transición lo encumbraban a los altares de los Jugador más Valiosos.
La reputación del mejor jugador español de todos los tiempos ha quedado en entredicho, casi contra las cuerdas. En su mano está demostrar que se equivocan y hacer que los titulares apocalípticos vuelvan a ensalzar su nombre.
Etiquetas: Los Angeles Lakers, Pau Gaso