Querer y no poder: T-Mac
Robbin Barberan - 21/11/2009 17:19
Los amantes de la polémica han tenido estos días munición para dar y tomar: que si los Knicks deciden al final no pujar por Iverson tras el lío de Memphis, que si los Warriors estallan o no, que si Jennings es más guapo o feo que Ricky,…, a veces esto es un “no parar”.
Sin embargo, más allá de las hipótesis o las fobias, una de las circunstancias en las que merece la pena detenerse es todo lo que rodea a una las figuras de la liga en los últimos años, Tracy McGrady, quien está como loco por retornar a las canchas pese a las reticencias de su franquicia.
Considerado en su momento como un descubrimiento de Isiah Thomas -aún se podía hablar bien de él entonces- en Toronto, en aquella época en la que aún eran múltiples las voces que nos insistían en la necesidad de cumplir un ciclo universitario antes de atreverse a dar el salto a la NBA, Tracy fue poco a poco creciendo a la vera de su primo Vince Carter, con momentos que quedarán para siempre en la retina del aficionado, como el All Star Weekend del año 2000:
En lo deportivo, ‘Butch’ Carter buscaba darle más minutos sacando de inicio una extraña línea exterior con Carter, McGrady y Christie mientras Bogues salía desde el banquillo -momento en que el equipo parecía mucho más equilibrado, o al menos eso siempre he pensado- como primer recambio en el último curso de T-Mac en Toronto, antes de la llegada de la postemporada del 2000.
Ha pasado ya casi una década, pero entonces fueron muchos los movimientos y negociaciaciones, quizás incluso superiores a lo que pueda producirse en el famoso verano del 2010. Orlando Magic venía de hacer una muy buena temporada con retales de otros equipos, ‘Doc’ Rivers era la nueva estrellas de los banquillos, y tenían muchísimo espacio salarial. Tanto como para aspirar a llevarse a los agentes libres más codiciados en aquel entonces: Grant Hill y Tim Duncan.
El alero sí reforzó a los de Florida y el segundo estuvo muy cerca de llegar a hacerlo, con viajes hasta Orlando para negociar con los Magic antes de decantarse por permanecer en los Spurs. La historia de Hill la conocemos de sobra, quizás todo se resuma en unas frases que pronunció hace unos días:
Una de las primeras palabras que aprendió a pronunciar mi hija fue “tobilllo”, y la de Alvin Gentry me llamaba el año pasado Benjamin Button.
Finalmente, tras la negativa de Duncan, McGrady fue el segundo fichaje estrella de los Magic, buscando eliminar el recuerdo de que era “el primo de Carter”. Las lesiones de Hill llevaron a que fuera el gran referente del equipo, con momentos absolutamente increíbles o temporadas gloriosas, como los más de 32 puntos de promedio en el curso 2002-03. Sin embargo, los malos resultados llevaron a los Magic a cambiar su rumbo, traspasándolo a Houston junto a Tyronn Lue, Reece Gaines y Juwan Howard a cambio de Steve Francis, Cuttino Mobley y Kelvin Cato, una operación a la que se llegó tras intensas negociaciones que tardaron una semana en resolverse.
Una vez en los Rockets, Tracy continuaba deleitándonos con momentos mágicos, como los 13 puntos en 33 segundos para remontar el partido ante los Spurs:
Sin embargo, pese a la presencia de Yao Ming, McGrady no conseguía sacarse de encima el sambenito de “eliminado en primera ronda, otra vez” que le ha rodeado durante toda su carrera. Lastrado por las lesiones las últimas 2 temporadas, ha reducido de forma notable sus promedios de anotación y bajado drásticamente sus porcentajes. Antes de operarse de la rodilla el pasado febrero, había partidos en los que el equipo se veía perjudicado por su toma de decisiones y carencias físicas, y eso quizás esté pesando en la actual balanza, cuando el jugador quiere volver a las pistas y el equipo prefiere esperar a que esté totalmente recuperado.
Porque, tras un poco de morriña, volvemos a la actualidad: McGrady quiere jugar, su equipo dice que no está listo, y hay lío.
En la pretemporada Tracy puso el día 18 de noviembre como su fecha de reaparición, algo que rápidamente negaron desde los Rockets tanto su entrenador, Rick Adelman, como el propio General Manager, Daryl Morey, por ser demasiado precipitado.
Pero llegó el miércoles 18 y McGrady apareció antes del partido ante los Hawks vestido de uniforme, como si fuese a saltar a la cancha. Las habladurías no se hicieron esperar, y especialmente incendiario fue el artículo de Adrian Wojnarowski, en el que se decía que jugador y entrenador habían llegado a tener un serio encontronazo tras el partido, con la acusación por parte de McGrady de estar retrasando su reaparición para que la franquicia recibiese del seguro su salario.
Y es que aquí tenemos otro de los problemas: Tracy McGrady es el jugador que más cobra en la NBA esta temporada, superando los 23 millones de dólares, ligeramente por encima de lo que ingresan Kobe Bryant y Jermaine O’Neal, quienes le siguen en ese listado de ganancias. Está, además, en su último año de contrato, y a los Rockets les reembolsa el seguro cerca de 300.000$ por cada partido sin McGrady.
Si queremos añadir mayores elementos, aún podríamos elucubrar algo más: los Rockets se encuentran algo más de 3 millones por encima de la barrera del impuesto de lujo. Si consiguiesen un hipotético -insisto, estoy elucubrando- corte de McGrady con una reducción de salario y se quedasen por debajo de este límite, tendrían derecho a recibir una parte proporcional de la multa que los equipos pagan a la liga por superar dicha barrera. Entre unas cosas y otras, estaríamos hablando de una diferencia de unos 10 millones de dólares en total “sólo” con este detalle adicional.
Con todos los elementos para la conspiranoia en la coctelera, había quien tenía muy clara la situación: los Rockets no estarían interesados en McGrady, puesto que los resultados del inicio de temporada están siendo buenos, y no existiría el menor interés en que volviese a jugar con el equipo.
Tanto Adelman como McGrady han negado un duro enfrentamiento tras el partido ante los Hawks, y el entrenador ha dejado clara su postura:
Tenemos una opinión diferente. Él quiere jugar, pero no está preparado para hacerlo. Es tan simple como eso.
Desde los Rockets se insiste en respetar los plazos de la recuperación. McGrady no ha realizado ninguna práctica completa con el equipo y el lunes se le realizará una resonancia magnética para observar si la evolución de su grave lesión en la rodilla es positiva.
Hay otros matices que invitan a la prudencia, retomando de nuevo el juego: T-Mac es un jugador que necesita acaparar el balón en el estático, dentro de una escuadra que está destacando en este inicio de curso por la velocidad en su ritmo de juego y la amplitud de variantes y protagonismo en ataque.
Con la baja de Yao, el ritmo ha aumentado de forma notable respecto a años anteriores, con la salida rápida del balón como una característica fundamental. Además de un Aaron Brooks que suple con el desborde por velocidad y sus rachas de tiro con acierto algunas carencias en la distribución, Trevor Ariza y Shane Battier completan sus excelentes virtudes ofensivas con momentos inspirados en ataque, disfrutando la nueva incorporación de una enorme libertad para lanzar a canasta. De Luis Scola poco hay que decir, pues conocemos de sobra, gracias a su paso por la ACB y sus apariciones con la selección argentina, sus virtudes a la hora de colocarse en el rebote o su depuradísima técnica en la pintura. El toque final al quinteto titular la pone Chuck Hayes, que suple con algo más que entrega su inferioridad de altura. Quien mejor lo ha explicado ha sido Battier:
El planeta está cubierto de agua en sus tres cuartas partes. Del resto, se encarga Chuck.
Desde el banquillo, el antiguo ‘Grizzlie’ Kyle Lowry ejerce de relevo de Brooks y también comparte con él minutos, siendo mejor en defensa y dirección. Chase Budinger -una de las 3 segundas rondas que compraron los Rockets en el draft de junio por un total superior a los 5 millones de dólares- está siendo una grata sorpresa, aportando lanzamiento exterior con buenos porcentajes. Carl Landry y David Andersen son los recambios interiores, uno anotando desde la pintura y el otro con lanzamientos exteriores y mayor altura para aguantar en defensa. La presencia de Taylor, Cook o el ya cortado Mensah-Bonsu ha sido totalmente marginal. El equipo funciona, los resultados son positivos, y es comprensible que se quieran tomar todas las precauciones para no romper la dinámica creada.
Aunque también se entienda el ansia de McGrady por volver a las canchas y aportar en su equipo.
Como siempre, el tiempo ayudará a que la situación se aclare.
Etiquetas: Houston Rockets, Tracy McGrady
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