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Campeones con asterisco

Robbin Barberan - 04/10/2009 18:00

Fue tan solo hace una década, pero parece que haya pasado un siglo.

La temporada 1998-99 fue una de las más extrañas que se recuerdan. Ese verano, la NBA vivía con la resaca del sexto Anillo de los Chicago Bulls y con el regusto amargo de la segunda y definitiva (aunque el tiempo dijera lo contrario) retirada de Michael Jordan. La liga perdía así a su más importante embajador, a la mejor imagen de la NBA de cara al resto del mundo. Pero también abría muchísimo el abanico de equipos dispuestos a asaltar el legado de Su Majestad del Aire. Con los Bulls desmantelados (Scottie Pippen también había abandonado la nave camino de Houston y Phil Jackson había decidido tomarse un año sabático), el poderío pasaba a la Conferencia Oeste, donde estaban los Utah Jazz de los incombustibles John Stockton y Karl Malone, los Lakers de Shaquille O’Neal y un joven Kobe Bryant, o un equipo que había dado un salto de calidad enorme en la temporada anterior: los San Antonio Spurs.

La plantilla de los San Antonio Spurs (Photo by NBA Photo Library/ NBAE/ Getty Images)

La plantilla de los San Antonio Spurs (NBA Photo Library/ NBAE/ Getty Images)

Por desgracia, lo que prometía ser una temporada apasionante se vio empañada por el lockout que se produjo en el mes de julio, se prolongó durante el resto del año, e incluso llegó a amenazar la disputa de la NBA. Finalmente, propietarios y jugadores llegaron a un acuerdo y afortunadamente para todos volvería a haber baloncesto. Eso sí, el calendario se reduciría a 50 partidos de Regular Season y empezaría en el mes de enero. Las consecuencias de este lockout fueron tan negativas como cabría esperar. Lo fueron en el plano económico (disminución de los ingresos publicitarios y de la venta de entradas, que además se mantendría durante varias temporadas), en el plano social (pérdida de popularidad de la NBA y de seguimiento televisivo) y también en el plano deportivo.

La mayoría de entrenadores eran conscientes de que una temporada regular tan corta no permitía apenas margen de error, y que los partidos “de relleno”, inevitables en un calendario con 82 citas, habían pasado a la historia. Nadie quería perder ningún encuentro, y este es uno de los motivos por los que las defensas se impusieron a los ataques, hasta el extremo de que la media de anotación de la temporada cayó 4 puntos respecto al año anterior hasta situarse en 91.6, la cifra más baja desde que se instauró el reloj de posesión de 24 segundos a mediados de la década de 1950. En medio de una tónica de racanería y de juego de contención, sólo los excitantes Sacramento Kings de Rick Adelman superaron los 100 puntos de media. Algo inaudito en el baloncesto más espectacular del planeta.

Tim Duncan, en la ceremonia del draft (NBA Photos/NBAE via Getty Images)

Tim Duncan, en la ceremonia del draft (NBA Photos/NBAE via Getty Images)

Y en este ambiente, los Spurs se movían como pez en el agua. Gregg Popovich cumplía su segunda temporada completa al frente de los tejanos, con poderes absolutos tanto en la parcela deportiva como en los despachos. La plantilla de San Antonio en aquella temporada la encabezaban dos históricos de la franquicia como David Robinson y Sean Elliott, un trotamundos que a la tercera intentona se había hecho con un puesto fijo en la franquicia como Avery Johnson y una joven estrella como Tim Duncan, elegido en el primer puesto del Draft de 1997 y que desde el principio conjuntó a la perfección en el frontcourt de los Spurs con el Almirante. Pero esto no fue suficiente para pasar de semifinales el año anterior, por lo que había que reforzar el equipo de alguna manera.

Si por algo se ha caracterizado Popovich en su carrera como General Manager es por su capacidad de sacar petróleo de operaciones que a priori no parecen tener demasiada enjundia. En la pretemporada de la 1998-99, Pop traspasó su elección en primera ronda, junto con el venezolano Carl Herrera, a los Vancouver Grizzlies para conseguir a Antonio Daniels, quien oficiaría de suplente de Johnson. También intercambió a un veterano en horas bajas como Chuck Person a cambio de Steve Kerr, base con tres Anillos junto a Jordan en los años anteriores y tirador más que fiable desde el banquillo. Por si fuera poco, añadió a agentes libres veteranos como Mario Elie o Jerome Kersey, quienes tuvieron un rol (especialmente el primero) mucho más importante de lo previsto.

Así, con una plantilla veterana y experimentada, y con una defensa casi insuperable (84.7 puntos encajados de media), los Spurs brillaron en la reducida Regular Season. Tras un comienzo titubeante (6-8), San Antonio ganó 31 de los siguientes 36 partidos para acabar con el mejor record de la NBA (37-13), igulados con los Utah Jazz. El desempate entre ambos favoreció a los tejanos, que tendrían el factor cancha a favor durante todos los Playoffs. El primer rival fueron los Minnesota Timberwolves de Kevin Garnett, a los que derrotaron por 3-1. Los Lakers esperaban en semifinales de conferencia, y San Antonio se encargó de hacer la serie mucho menos apretada de lo esperado. Los Spurs barrieron a los angelinos en cuatro partidos, con una canasta decisiva de Duncan en el segundo encuentro y dos actuaciones memorables de Jaren Jackson en Los Angeles. Era el fin de una época para los Lakers, que se despedían del Great Western Forum, escenario de tantas leyendas forjadas durante décadas. San Antonio, por su parte, seguía con paso firme su camino hacia la gloria.

El Memorial Day Miracle

Cada camino hacia el triunfo tiene sus momentos heroicos. Y en esta temporada, tan atípica en tantas cosas, también hubo sitio para la épica. O casi para el milagro, dirían algunos. En EE.UU. se celebra, el último lunes de mayo, el Memorial Day. Un día en el que se honra a los caídos en guerra defendiendo la bandera americana, y que allí se siente de forma especial. Fue precisamente en el Memorial Day de 1999 cuando San Antonio se enfrentaba a unos talentosos Portland Trail Blazers en el segundo partido de la Final de la Conferencia Oeste. Los Spurs habían ganado el primer encuentro (80-76), pero la decoración cambió por completo en este segundo partido. Los Blazers se mostraron muy superiores con un gran juego de conjunto, y en el tercer cuarto su ventaja ascendía a 18 puntos. Todo parecía indicar que robarían el factor cancha. Pero nada más lejos de la realidad.

Sean Elliott, en el tiro ganador (Andrew D. Bernstein/NBAE via Getty Images)

Sean Elliott, en el tiro ganador (Andrew D. Bernstein/NBAE via Getty Images)

Espoleados por el público que llenaba el Alamodome, y con una demostración de garra espectacular, los Spurs fueron remontando hasta llegar a los últimos segundos con dos puntos de desventaja (83-85). Y entonces se obró el milagro. Mario Elie sacó desde la banda para que Sean Elliott recibiera un pase que estuvo a punto de ser interceptado. El alero de los Spurs (que protagonizaría otro milagro un año después cuando volvió a las canchas después de recibir un trasplante de riñón) se desequilibró, pero tuvo la habilidad de botar el balón y cuadrarse sobre la línea de banda para lanzar un triple por encima de la mano de Rasheed Wallace. La repetición a cámara lenta atestigua el milagro: no se sabe cómo, pero Elliott fue capaz de lanzar el triple de puntillas, con los talones flotando por encima de la línea blanca, pero sin pisarla. El balón entró, y los Spurs se pusieron por delante por primera vez en el partido. Una magnífica defensa en la última posesión de los Spurs certificó la remontada. A partir de ahí la moral de los de Oregon se hundió, y San Antonio pudo conseguir de nuevo un sweep que los ponía en la Final de la NBA por primera vez en su historia.

Los Spurs llegaron a aquella final con un récord de 11-1 en Playoffs, y con una sensación de superioridad abrumadora. Su rival fueron unos sorprendentes New York Knicks, que repetían puesto en la última ronda después de un lustro. El caso de New York es opuesto al de los Spurs. Una temporada regular discreta (con el entrenador Jeff Van Gundy cuestionado) les clasificó por los pelos para postemporada como octavo clasificado. En una de las series de primera ronda más intensas que se recuerdan, los Knicks eliminaron a los Miami Heat en el último segundo del último partido, con una canasta con suspense de Allan Houston. Después del susto, los Knicks barrieron 4-0 a Atlanta Hawks en semis y ganaron 4-2 a Indiana Pacers en la final del Este. En aquella eliminatoria también tuvieron su momento heroico (un triple más tiro adicional de Larry Johnson para ganar el tercer partido), pero también perdieron a su referencia y jugador franquicia: Patrick Ewing.

David Robinson y Tim Duncan, eufóricos tras el triunfo (Fernando Medina/NBAE via Getty Images)

David Robinson y Tim Duncan, eufóricos tras el triunfo (Fernando Medina/NBAE via Getty Images)

Sin Ewing y con las Twin Towers de los Spurs funcionando a pleno rendimiento, la Final de la NBA no tuvo demasiada historia. Los dos primeros encuentros en San Antonio fueron victorias fáciles, ante un público enloquecido que batió el récord de asistencia en un partido de las Finales: hasta 39.554 espectadores contemplaron el segundo partido en San Antonio. Los Knicks sólo dieron emoción a la serie ganando el tercer partido (89-81) con una gran actuación de Allan Houston (34 puntos), y de paso rompiendo una racha de 12 victorias consecutivas de los tejanos. Sin embargo, Latrell Sprewell no fue capaz de contener en los dos partidos siguientes la avalancha de los Spurs, que finiquitaron la Final con una canasta de Avery Johnson que cerraba el quinto partido (77-78). San Antonio se convertía en el primer equipo llegado de la ABA que se plantaba en una Final de la NBA y la ganaba, y Tim Duncan fue elegido MVP de aquella serie, empezando el relevo generacional que se mantendría los años posteriores y encabezando la futura dinastía de los San Antonio Spurs.

Phil Jackson regresaría a los banquillos (esta vez con los Lakers) la temporada siguiente. Muy en su estilo elegante pero provocador, Jackson afirmó que el título de los Spurs de 1999 llevaría siempre adosado un asterisco en los libros de historia de la NBA. El asterisco que indicaría que en aquella temporada hubo un lockout y sólo 50 partidos de liga regular. El asterisco que indicaría que esa fue una de las temporadas más extrañas de la era moderna. El Maestro Zen pocas veces se equivoca, y sus Lakers ganaron el Anillo en las tres temporadas siguientes, las dos últimas después de eliminar a San Antonio. Sin embargo, los Spurs conseguirían tres títulos en las cinco temporadas posteriores. Y esta vez sin asterisco que valga.

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1 comentario en “Campeones con asterisco”

  1. […] HOMBRES JUGANDO CONTRA NIÑOS. FINALES DE LA NBA 2013-14 18 junio, 2014 jose fernandez Deja un comentario Go to comments Recuerdo la primera vez que vi a Popovich. Fue en la temporada 1998-99. Parecía salido de una peli de la Guerra Fría. Entonces seguía las retransmisiones del gran Andrés Montes, y éste le tenía un poco de manía: cada vez que su cara llena de marcas aparecía en la pantalla, empezaba con la cantinela de “teléfono rojo, volamos hacia Moscú”. Pero aunque sirvió en las Fuerzas Aéreas estadounidenses durante cinco años, y se graduó en Estudios Soviéticos, no llegó a entrar en la CIA en realidad. No era muy partidario Andrés Montes de Popovich, y como nos caía bien y nos reíamos mucho con sus retransmisiones, el hecho de que le llamara amarrategui y ultra defensivo hizo que en su momento no apreciáramos bien lo que estábamos viendo. Y llegó Phil Jackson para poner la guinda del rechazo con su teoría del “anillo del asterisco”, cuando San Antonio ganó su primer título de la NBA en la temporada del lockout. […]

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